El funcionamiento de un exchange se basa en una lógica relativamente simple, aunque detrás haya una arquitectura tecnológica y financiera muy potente. Cuando te registras en una plataforma de este tipo, creas una cuenta que te permite depositar dinero fiduciario (como euros o dólares) o criptomonedas.
A partir de ahí, puedes acceder a un libro de órdenes, donde se cruzan las ofertas de compra y venta. Este libro de órdenes funciona de manera similar al de un mercado tradicional: si alguien quiere comprar Bitcoin a 60.000 €, y tú vendes al mismo precio, la operación se ejecuta al instante.
Los exchanges obtienen ingresos principalmente a través de comisiones. Por cada operación, suelen cobrar un pequeño porcentaje, tanto al comprador como al vendedor. También pueden generar ingresos por servicios adicionales, como staking, préstamos, productos derivados o el uso de apalancamiento.
Algunos traders aprovechan ineficiencias de precios entre distintos exchanges para aplicar estrategias como el arbitraje de criptomonedas, aunque este tipo de operativa requiere velocidad, precisión y gestión del riesgo muy afinada.