Mochila austríaca: Pros y contras

Como cualquier sistema, la mochila austríaca tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Aquí es donde debemos ser especialmente rigurosos: no hay una solución perfecta, pero sí modelos que pueden ser más o menos útiles según el contexto económico, social y laboral. Desde mi experiencia trabajando con perfiles financieros muy diversos, estas son las claves que veo más relevantes:

Ventajas de la implantación de la mochila austríaca

• Portabilidad del fondo: uno de los grandes problemas del sistema actual es que penaliza la movilidad. Si te vas de una empresa, pierdes la antigüedad y el derecho a indemnización salvo que te despidan. Con la mochila, el dinero va contigo.
• Incentivo a la contratación indefinida: al no tener que asumir una indemnización imprevisible en caso de despido, muchas empresas podrían perder el miedo a formalizar contratos indefinidos.
• Fomenta la corresponsabilidad: en lugar de castigar al empresario en el momento del despido, se reparten los costes durante toda la relación laboral. Esto permite una planificación más clara.
• Mejora la protección real: en un mercado laboral donde los cambios de trabajo son cada vez más frecuentes, tener una bolsa acumulada aporta tranquilidad al trabajador. No depende de la voluntad o solvencia del empleador.
• Puede ser un complemento al ahorro a largo plazo: aunque no está concebido como producto de inversión, en la práctica funciona como un fondo acumulado. Puede tener un papel similar al de una hucha para emergencias o como apoyo al sistema público de pensiones.

Este punto es especialmente interesante si te interesa rentabilizar ahorros sin riesgo, ya que introduce el concepto de acumulación individual sin la necesidad de asumir inversiones de alto riesgo.

Inconvenientes de implantar la mochila austríaca

• Coste para el sistema o las empresas: implantar este modelo no es gratuito. Hay que definir quién hace las aportaciones (¿Estado? ¿Empresas? ¿Ambos?) y en qué cuantía. Si lo paga la empresa, puede reducir salarios o nuevas contrataciones. Si lo paga el Estado, implica gasto público adicional.
• Transición complicada: cambiar de modelo sin desmantelar el actual requiere una ingeniería jurídica y financiera compleja. ¿Qué pasa con los derechos adquiridos? ¿Cómo se solapan ambos sistemas?
• Posible reducción de indemnización final: en la práctica, algunos modelos de mochila sustituyen la indemnización tradicional. Si el trabajador no ha cotizado muchos años, puede tener menos acumulado en la mochila que lo que recibiría ahora por despido improcedente.
• Riesgo de baja rentabilidad: si el fondo individual no está bien gestionado o no se protege frente a la inflación, puede perder valor. Aquí es donde entran en juego conceptos como las mejores cuentas remuneradas 2025, que también podrían ser una opción complementaria.

Menor presión sobre el empresario en despidos: al eliminar el «coste sorpresa» de un despido, puede facilitar que algunas empresas prescindan de trabajadores con más facilidad. Es un riesgo que debe considerarse en contextos de bajo empleo.