El Nuevo Orden Mundial: ¿Cómo lo veo desde los mercados financieros?

Colaboraciones y medios14 Abr. 2025

Vivimos una etapa especialmente convulsa en los mercados, marcada por tensiones geopolíticas que nos empujan a replantear nuestras estrategias como inversores. Durante estos días, he reflexionado en profundidad sobre lo que algunos ya llaman el «Nuevo Orden Mundial», y cómo este contexto redefine las reglas del juego en la Bolsa. En este artículo comparto mi análisis, mis dudas, y también las enseñanzas que considero valiosas para tomar decisiones informadas.

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La guerra arancelaria: Una estrategia con riesgos internos

Donald Trump ha puesto sobre la mesa una serie de medidas proteccionistas que, si bien pueden tener cierta lógica desde el punto de vista del equilibrio fiscal, generan efectos secundarios nada despreciables. Imponer aranceles no es una herramienta nueva, pero su uso como palanca para forzar equilibrios geopolíticos plantea dudas.

La idea de imponer tasas en frontera puede parecer atractiva como mecanismo para recaudar y reducir la deuda, pero hay un detalle que no se puede obviar: el coste real lo asumen las empresas y los consumidores. Si suben los precios de insumos y productos, el consumo se resiente y con ello, la recaudación fiscal.

Es lo que yo llamo el «boomerang de los aranceles». Puedes lanzar la medida con intención de fortalecer tus cuentas, pero si la economía se enfría, terminas perdiendo por otro lado.

China contraataca: Tres frentes bien definidos

Frente a esta embestida arancelaria, China ha optado por una respuesta contundente, pero muy medida. Su estrategia se articula en tres pilares:

Reducción de la exposición a la deuda estadounidense: si en 2013 tenían 1,4 billones de dólares en bonos del Tesoro, ahora apenas mantienen la mitad. Esta desinversión reduce su vulnerabilidad ante sanciones.
Devaluación del yuan: permitir que la moneda se debilite mitiga el efecto de los aranceles, ya que abarata sus exportaciones.
Políticas de estímulo interno: desde compras estatales hasta apoyo al consumo, replicando la receta que Occidente utilizó durante la pandemia.

China ha aprendido rápido. No es casualidad que esté siguiendo patrones similares a los utilizados por la Reserva Federal en 2008 y 2020. El objetivo no es solo resistir la presión de EE. UU., sino también preparar el terreno para un liderazgo económico global.

Impacto en los precios y en la vida cotidiana

Uno de los aspectos que más me preocupa de este nuevo escenario es su impacto directo sobre el ciudadano medio. Nos cuesta visualizarlo, pero lo cierto es que consumimos productos y servicios estadounidenses a todas horas. Desde una Coca-Cola hasta una película en Netflix, pasando por software, ropa o cosméticos. Si estos bienes se encarecen por culpa de una guerra arancelaria, el efecto inflacionista será evidente.

En este contexto, no solo se encarecen los bienes importados. Las empresas, enfrentadas a sobrecostes, pueden verse obligadas a reducir plantillas, lo que afecta al empleo y al consumo. Es una cadena de consecuencias que conviene anticipar.

De la corrección al mercado bajista: ¿Cómo leer las señales?

Recientemente hemos visto caídas en los principales índices que no se registraban desde hace décadas. Esto ha llevado a muchos a preguntarse si estamos en una simple corrección o ante el inicio de un mercado bajista.

Mi lectura es que, más allá de las etiquetas, lo importante es entender el origen del movimiento. Cuando el miedo se instala en los inversores por una gran incertidumbre, se producen salidas masivas. Pero el verdadero daño viene después, cuando se confirma si esta guerra afectará de forma sostenida a los beneficios empresariales en 2025 o 2026.

Lo esencial ahora es observar en qué medida se ven alteradas las proyecciones de ingresos, los niveles de inversión y la capacidad de las empresas para adaptarse al nuevo entorno. Si estas variables se deterioran, podríamos ver un ajuste estructural de mayor calado.

Diversificación: Una lección que nunca pasa de moda

En momentos como este, conviene recordar una de las lecciones más antiguas pero también más vigentes de la inversión: la diversificación.

Diversificar no es solo repartir el dinero entre varios activos, sino hacerlo con criterio:

Geográficamente: combinar mercados desarrollados y emergentes.
Por tipo de activo: renta variable, fija, materias primas, inmobiliario.
Por horizonte temporal: corto, medio y largo plazo.

Durante 2022 me salí de la bolsa estadounidense y europea. En 2023 aposté por China, que había corregido fuertemente. A día de hoy, esa posición sigue en verde, pero la estoy revaluando cada semana. He mantenido exposición a oro, he jugado momentos puntuales con criptomonedas y he ampliado mi posición en renta fija en EE. UU., que ofrece retornos estables por encima del 4%. Todo ello con una premisa clara: no perseguir modas, sino ajustar el riesgo a mis convicciones.

La confianza del consumidor, un termómetro adelantado

Un aspecto que está empezando a moverse con rapidez es el comportamiento del consumidor. Ante la posibilidad de subidas de precios, muchas personas adelantan compras importantes. Lo hemos visto con productos tecnológicos, coches e incluso en consumo básico.

Este fenómeno crea una ilusión de dinamismo económico, pero es puntual. La acumulación de inventarios y compras anticipadas solo retrasa el impacto real de las medidas proteccionistas. Cuando llegue, podrá implicar una caída abrupta en la demanda. Por eso, conviene no dejarse engañar por datos positivos a corto plazo.

Geopolítica, polarización y el desgaste de Occidente

Al hablar de este «Nuevo Orden Mundial» no podemos quedarnos en lo económico. Hay un trasfondo geopolítico evidente. Trump ha puesto sobre la mesa temas que estaban latentes: el reparto desigual de cargas en la OTAN, la pérdida de liderazgo occidental, la emergencia de China, o incluso las tensiones sobre Taiwán y Groenlandia.

Más allá de que se compartan o no sus formas, hay elementos que reflejan una realidad incómoda: EE. UU. ha soportado buena parte de la defensa global durante años y está exigiendo un reequilibrio. Europa, mientras tanto, sigue sin definir una estrategia clara.

Además, la polarización interna en EE. UU. complica aún más la situación. Si los ciudadanos empiezan a percibir las consecuencias negativas de las medidas, podría incrementarse el malestar social. Y si el escenario económico se deteriora, las tensiones políticas pueden crecer.

Reflexión final: Adaptarse con estrategia

No hay fórmulas mágicas en un entorno tan cambiante, pero sí hay principios que pueden ayudarnos a navegar mejor:

Observar más allá de los titulares. El fondo de las políticas importa más que sus formas.
Anticipar movimientos. La historia ofrece lecciones valiosas sobre cómo reaccionan los mercados.
Diversificar sin dogmas. No se trata de estar en todo, sino de equilibrar riesgo y oportunidad.

La adaptación no debe entenderse como una resignación pasiva, sino como una estrategia activa. En momentos de cambio profundo, es donde se generan las mejores oportunidades. Pero también es donde más se castigan los errores.

Este nuevo orden mundial no será una tormenta pasajera. Es, probablemente, el inicio de una nueva era económica y geopolítica. Y como inversores, solo nos queda una opción razonable: prepararnos para entenderla y actuar en consecuencia.

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