Trump, Powell y el tablero mundial: Lo que nadie te está contando sobre la nueva guerra comercial

Colaboraciones y medios20 May. 2025

Durante los últimos años he vivido varias fases del ciclo económico, desde el entusiasmo irracional hasta el miedo extremo. Pero hay algo que he aprendido con absoluta claridad: los mercados no se mueven solo por datos, sino por narrativas. Y cuando esas narrativas las protagonizan líderes políticos enfrentados, como Donald Trump y Jerome Powell, lo que está en juego va mucho más allá del corto plazo. Hablamos del equilibrio geopolítico, del modelo de crecimiento global y de la estabilidad financiera tal como la conocemos. A día de hoy, estamos inmersos en un contexto en el que la guerra comercial no ha terminado, solo ha cambiado de forma. Y entender lo que se está gestando entre Estados Unidos, Europa y China es esencial para cualquier inversor que no quiera quedarse a merced de los titulares.

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¿Un nuevo orden mundial en construcción?

Muchos interpretan el reciente acuerdo comercial entre Reino Unido y Estados Unidos como una señal de deshielo en el conflicto arancelario. Yo, sin embargo, lo leo de forma distinta: no estamos ante una tregua, sino ante una reconfiguración de alianzas. Trump ha entendido que la fragmentación del bloque europeo le permite negociar con ventaja, cerrando pactos bilaterales con países que necesitan oxígeno político y económico, como es ahora el Reino Unido.

¿El problema? Que si la Unión Europea queda aislada de estos acuerdos, sufre un doble golpe: por un lado, pierde acceso privilegiado al mercado estadounidense, y por otro, se convierte en el receptor natural del excedente exportador chino. Si Washington cierra puertas a Pekín y Europa no lo hace, el tsunami de productos asiáticos se nos viene encima. Y esto no es teoría: es lo que probablemente veremos si no se corrige el rumbo.

La estrategia de Bruselas: Enseñar los dientes, pero con la pólvora mojada

El listado de represalias arancelarias que Bruselas acaba de hacer público es una advertencia directa a la Casa Blanca. Productos tan dispares como pelotas de tenis, cepillos de dientes o incluso el bourbon —símbolo cultural y económico de EE. UU.— están sobre la mesa.

¿Servirá para frenar a Trump? Personalmente, lo dudo. Ya ha demostrado en múltiples ocasiones que no le tiembla el pulso a la hora de escalar conflictos si cree que eso mejora su posición negociadora. Europa, por su parte, juega a la defensiva, con una postura más reactiva que proactiva.

Y esto, en el largo plazo, debilita su posición. En el tablero de ajedrez global actual, los países no solo se enfrentan por exportaciones o aranceles, sino por el relato. Y Trump ha conseguido imponer el suyo: que EE. UU. ha sido víctima de socios desleales.

China: Del contraataque diplomático al embargo de facto

Pekín ha dejado claro que no piensa ceder fácilmente. Ha devuelto golpe por golpe en la guerra arancelaria, y ahora mismo, la relación entre las dos principales potencias del mundo roza el embargo comercial informal. Las negociaciones que tendrán lugar en territorio neutral, en Suiza, serán clave para entender hacia dónde vamos. Pero no hay que llamarse a engaño: aunque logren algún tipo de acuerdo, ya nada volverá a ser como antes.

Lo que está en juego no es un simple reajuste comercial. Es el liderazgo económico global. Y en esa pugna, cada gesto —por mínimo que parezca— cuenta.

Powell, la Reserva Federal y el nuevo pulso con la Casa Blanca

Uno de los capítulos más relevantes de este conflicto silencioso se libra dentro de Estados Unidos. La presión de Trump sobre Jerome Powell no es nueva, pero está alcanzando niveles incómodos. Mientras la economía estadounidense entra en contracción técnica —el PIB del primer trimestre ha sido negativo— y la inflación se resiste a ceder, la Reserva Federal mantiene los tipos sin cambios.

¿Está acertando Powell? Desde mi punto de vista, se encuentra entre la espada y la pared. Bajar tipos prematuramente puede alimentar la inflación, pero mantenerlos altos en medio de una desaceleración puede agudizar la recesión. Y todo esto ocurre en un clima político de alta tensión, donde las decisiones económicas se entrelazan peligrosamente con los intereses electorales.

¿Un pulso personal o una estrategia consciente?

Hay quien cree que Powell está manteniendo su posición por convicción técnica. Otros piensan que simplemente no quiere ceder ante las presiones de Trump. Sea cual sea la razón, el resultado es el mismo: una economía atrapada entre el miedo a la inflación y el temor a una recesión.

En condiciones normales, con los datos que tenemos sobre la mesa —caída del PIB, desplome de la confianza del consumidor— lo lógico sería haber iniciado ya una bajada de tipos. Pero como señalé recientemente, la incertidumbre actual es tan elevada que cualquier decisión antes de ver el desenlace de las negociaciones comerciales sería precipitada.

Europa ante el riesgo de quedar aislada

Uno de los escenarios más peligrosos es que Estados Unidos logre cerrar acuerdos comerciales bilaterales con todas las grandes potencias —India, Japón, Corea del Sur, Reino Unido— y la Unión Europea se quede fuera. Esto no solo nos dejaría sin acceso preferente a uno de los mayores mercados del mundo, sino que nos colocaría en la posición de “receptor residual” de los desequilibrios globales.

En otras palabras: si China no puede vender en EE. UU., buscará mercados alternativos. Y Europa, por tamaño y poder adquisitivo, es el destino natural. Esto podría obligarnos a entrar en una guerra comercial no deseada con China, con consecuencias imprevisibles para nuestras exportaciones, empresas y estabilidad macroeconómica.

La tormenta perfecta: Política monetaria, conflictos comerciales y falta de liderazgo

A todo esto se suma una Reserva Federal que, pese a su independencia teórica, está siendo arrastrada al terreno político. Y esto es extremadamente peligroso. La política monetaria debería guiarse por los datos, no por los tuits de un presidente.

Sin embargo, si el conflicto entre Powell y Trump se intensifica, corremos el riesgo de que las decisiones económicas más importantes de la mayor economía del planeta empiecen a responder a intereses personales y no al análisis técnico. Y cuando eso ocurre, el mercado pierde su brújula.

Reflexión final: No estamos ante un ciclo más

He vivido muchos cambios de ciclo, muchas burbujas, muchas crisis. Pero lo que estamos viendo ahora es distinto. No es solo una cuestión de tipos de interés, de crecimiento o de inflación. Estamos presenciando el rediseño del orden económico global.

Cada acuerdo bilateral, cada represalia arancelaria, cada movimiento de Powell o de Trump, no son hechos aislados. Son piezas de un nuevo tablero. Y en ese tablero, los errores se pagan caros.

Como inversores, debemos dejar de mirar solo los gráficos y aprender a leer entre líneas. Porque las próximas grandes tendencias no vendrán de un dato de empleo, sino de una firma en un tratado comercial o de una rueda de prensa en Washington.

Es tiempo de estar atentos, de diversificar con criterio y de comprender que el riesgo ya no está solo en los mercados: está en los despachos donde se toman las decisiones geopolíticas.

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