A pocas horas de la entrada en vigor de los aranceles impulsados por la administración Trump, el mundo financiero contiene la respiración. No es para menos. Las tarifas del 20% a la Unión Europea y otras similares a diferentes regiones no solo amenazan con frenar el comercio global, sino que han reactivado un temor que creíamos olvidado: la estanflación. Para quienes no lo tengan fresco, la estanflación es una combinación letal de tres factores: inflación elevada, crecimiento estancado y desempleo creciente. Un tridente que vuelve especialmente complejo el trabajo de los bancos centrales. En situaciones normales, puedes subir tipos para frenar la inflación o bajarlos para estimular la economía. En una estanflación no puedes hacer ni una cosa ni la otra sin empeorar la situación por otro lado. Este escenario es justo lo que estamos empezando a vislumbrar.
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