A menudo hablamos del dinero como si fuera un activo inmóvil, como si una vez ahorrado quedara protegido, a salvo del paso del tiempo. Pero esto es una ilusión. En realidad, el dinero que no se invierte se está deteriorando día tras día. Esta es una de las lecciones más valiosas que he aprendido a lo largo de mi carrera en los mercados financieros: el ahorro, por sí solo, no protege tu patrimonio. Lo protege la inversión. Esta reflexión, que puede parecer evidente para algunos, sigue siendo una revelación incómoda para muchos otros. Y es precisamente esa mentalidad la que puede llevar a una persona trabajadora, constante en su esfuerzo y prudente con su dinero, a perder buena parte del valor de sus ahorros sin siquiera darse cuenta.
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