Hace tiempo que las decisiones económicas dejaron de responder solo a cálculos racionales de eficiencia y competitividad. Hoy, en muchas potencias, lo económico ha pasado a ser un instrumento del poder político. Pero lo que está ocurriendo en Estados Unidos bajo el liderazgo de Donald Trump no es una simple desviación populista: es una transformación estructural del modelo económico más influyente del planeta, y está teniendo consecuencias directas sobre los mercados globales. Como inversor, no basta con leer titulares. Hay que comprender las dinámicas profundas que están alterando las reglas del juego. Y lo que estamos presenciando va más allá de aranceles o guerras comerciales: es la imposición de una autarquía estratégica, donde el nacionalismo económico sustituye a la cooperación internacional y el miedo se convierte en herramienta de control.
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