Trump, la Reserva Federal y el nuevo orden económico: ¿Cómo leer los mercados en tiempos de presión política?

Colaboraciones y medios9 May. 2025

El mercado ha aprendido a moverse entre la incertidumbre. Pero hay momentos en los que esa incertidumbre deja de ser un ruido de fondo y se convierte en el motor principal del sistema. Hoy estamos, precisamente, ante uno de esos momentos. Estados Unidos, tradicionalmente considerado el ancla de estabilidad financiera mundial, se enfrenta a una combinación peligrosa: presión política directa sobre la Reserva Federal, tensiones comerciales globales alimentadas por el proteccionismo de Trump, señales de desaceleración económica y un entorno geopolítico cada vez más complejo. Todo esto afecta de lleno a las decisiones de inversión. Y como inversores, necesitamos entender no solo lo que está ocurriendo, sino hacia dónde pueden evolucionar los mercados en este nuevo escenario. En este artículo quiero analizar qué papel juega hoy la política monetaria, cómo influye la guerra arancelaria en las expectativas inflacionistas, por qué el euro puede estar ganando terreno frente al dólar, y qué activos pueden ofrecer protección o rentabilidad en un entorno tan volátil como el actual.

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La Reserva Federal bajo presión: ¿Autonomía en peligro?

Jerome Powell tiene por delante uno de los momentos más delicados de su mandato. Desde hace semanas, las declaraciones públicas de Donald Trump han intensificado la presión sobre la Fed, exigiendo rebajas de tipos que, a ojos del mercado, no parecen justificadas por los datos macroeconómicos.

El problema no es solo que Trump opine. Es que lo hace en público, de forma insistente, y condicionando el futuro laboral del presidente de la Fed. Esto genera un conflicto claro: si Powell baja tipos, parecerá que cede ante la presión política. Si no los baja, corre el riesgo de ser acusado de frenar la economía por motivos ideológicos. Y todo esto en un contexto donde el último dato del PIB ha sido negativo (–0,3 %), pero claramente distorsionado por un adelanto masivo de importaciones debido al temor a los nuevos aranceles.

Además, el deflactor del PIB —indicador clave de la evolución de precios— ha subido con fuerza del 2,3 % al 3,7 %, lo que introduce una alerta inflacionista que complica aún más la decisión de política monetaria. Powell debe decidir si actúa ante la desaceleración o si contiene la inflación. Pero haga lo que haga, será observado con lupa por mercados y por la Casa Blanca.

Aranceles, inflación y crecimiento: un triángulo tóxico para la economía

Uno de los errores más comunes en el análisis económico es pensar que los aranceles solo afectan al comercio. En realidad, son una fuente directa de inflación importada. Si a esto le sumamos un contexto de menor crecimiento económico, lo que tenemos es una estanflación en ciernes.
Estados Unidos está aumentando la presión arancelaria sobre múltiples países. Y eso genera:

Aumento de precios en bienes importados (electrónica, componentes, materias primas).
Distorsiones en las cadenas de suministro.
Caída de la inversión privada por falta de visibilidad regulatoria.
Adelanto de compras (como ya ha ocurrido) para evitar futuros sobrecostes.

El resultado final es claro: más inflación, menos crecimiento y una política monetaria sin margen de maniobra claro.

Geopolítica como catalizador oculto: Ucrania, China y la batalla por los recursos

Aunque muchas veces el mercado reacciona a la geopolítica con indiferencia, estamos ante un punto de inflexión en el tablero global. La guerra arancelaria entre Estados Unidos y China ya no es una simple disputa comercial: es una lucha por la hegemonía tecnológica, militar y energética del siglo XXI.

En este contexto, Trump ha movido ficha en Ucrania firmando acuerdos de explotación de recursos naturales, lo que introduce a EE.UU. en una región clave no solo desde el punto de vista estratégico, sino también en términos de acceso a tierras raras.

Este movimiento no solo es un mensaje a Putin, sino también una forma de anclar influencia económica estadounidense en Europa del Este, lo que añade una capa adicional de complejidad a la situación del conflicto.

Mientras tanto, China aprovecha la parálisis occidental para estrechar lazos con nuevos socios comerciales. Y aunque esta semana está previsto que vuelvan a sentarse a negociar con Estados Unidos, el escenario de bloqueo comercial se mantiene.

Lo que tenemos es un pseudoembargo global, con consecuencias inciertas y difíciles de medir. Pero lo que ya es evidente es que no volveremos al punto anterior al conflicto. El daño estructural ya está hecho.

El dólar pierde fuerza: ¿Inicio de un cambio de régimen monetario?

Durante décadas, el dólar ha sido la divisa de referencia global. Pero algo está empezando a cambiar. El euro, pese a todas sus debilidades internas, está ganando terreno frente al dólar, y podríamos ver un movimiento sostenido hacia niveles de 1,20 si se confirma el cambio estructural.

Este debilitamiento del dólar responde a varios factores:

Pérdida de confianza estructural en el modelo económico estadounidense.
Dudas sobre la independencia de la Fed.
Mayor dispersión entre políticas monetarias globales.
Diversificación de reservas por parte de bancos centrales emergentes.

No se trata aún de una desdolarización, pero sí de un cambio de narrativa. Y esto podría tener implicaciones enormes en los flujos de capital, los precios de las materias primas y las decisiones de inversión institucional.

¿Hegemonía en entredicho? La bolsa americana frente al resto del mundo

Uno de los indicadores que más atención merece en este momento es el comportamiento relativo de la bolsa estadounidense frente a los índices globales. Desde 2009, el S&P 500 ha liderado los mercados de capitales. Pero esa hegemonía está mostrando fisuras.

La divergencia entre Wall Street y otros mercados se está estrechando. Algunos índices europeos y asiáticos comienzan a mostrar estructuras técnicas más sólidas. Y los inversores institucionales están empezando a reequilibrar sus carteras, reduciendo peso en EE.UU. y buscando oportunidades en otras geografías.

Este movimiento puede consolidarse si se confirma que:

El dólar entra en una fase de debilitamiento estructural.
La Fed no consigue recuperar su autonomía.
La incertidumbre política sigue escalando.

La trampa de la deuda: ¿Puede Estados Unidos financiar su déficit?

Uno de los temas más sensibles que sobrevuela el debate económico actual es la sostenibilidad de la deuda pública estadounidense. La administración Trump proyecta un déficit presupuestario del 1,9 billones de dólares, en un entorno de tipos altos y vencimientos próximos masivos (7 billones de deuda madura en 2025).

Esto plantea una pregunta inquietante: ¿puede el Tesoro colocar esa deuda sin disparar las rentabilidades?

En los últimos días, hemos visto al bono a 30 años acercarse nuevamente al 5 %. Si se rompe ese nivel, podríamos asistir a una subida rápida hacia el 6 %, con efectos demoledores:

Aumento del coste de financiación del Estado.
Pérdida de confianza institucional.
Deterioro de la percepción del riesgo soberano.

Para evitar este escenario, la Fed podría intervenir nuevamente, como ya hizo reduciendo el programa de ajuste cuantitativo (QT). No se puede descartar un paso posterior hacia un nuevo QE camuflado, renovando todos los vencimientos y estabilizando la curva a largo plazo.

El problema es que este tipo de intervenciones alimentan la narrativa de inestabilidad monetaria, lo que, en última instancia, debilita aún más la posición estructural del dólar.

¿Dónde estar posicionado?: Reflexiones estratégicas para el inversor

Ante este escenario, no hay fórmulas mágicas. Pero sí hay algunas directrices clave que pueden ayudar a construir carteras más resilientes:

Evitar exposición excesiva a renta variable estadounidense, al menos mientras no se despejen las dudas sobre política monetaria y fiscal.
Buscar valor en renta variable europea y asiática, donde las valoraciones relativas y la normalización monetaria ofrecen mejores condiciones.
Apostar por el oro como activo refugio, especialmente si se confirman más tensiones geopolíticas o un nuevo ciclo de bajadas de tipos en EE.UU.
Diversificar en divisas: una cesta compuesta por euro, franco suizo y divisas emergentes seleccionadas puede ofrecer protección frente al riesgo dólar.
Mantener duración corta o media en renta fija, evitando la parte larga de la curva americana hasta que se estabilice la situación del Tesoro.

Conclusión

Estamos ante un cambio profundo del equilibrio económico mundial. Estados Unidos, que durante décadas ha sido el faro de estabilidad financiera, se enfrenta a una tormenta provocada por su propia política. La presión sobre la Reserva Federal, la guerra arancelaria, el debilitamiento del dólar, la fragmentación geopolítica y los riesgos fiscales componen un escenario de alta complejidad y baja visibilidad.

Como inversores, no podemos permitirnos actuar por inercia. Este no es un ciclo más. Es una transición estructural que exige una lectura rigurosa de los acontecimientos, una gestión activa del riesgo y, sobre todo, una mentalidad flexible. Porque si algo hemos aprendido en los últimos años, es que la certidumbre es un lujo, y la adaptabilidad, una necesidad.

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