The trader nº 99
La interpretación inteligente del mercado
La interpretación inteligente del mercado
Bienvenido a mi visión personal sobre la actualidad de los mercados financieros nº99. Gracias por tu interés, si te has perdido alguna entrega o aún no estás suscrito puedes revisar aquí
La reciente escalada arancelaria entre Estados Unidos y China no solo responde a una lógica comercial. Detrás del nuevo proteccionismo impulsado por el presidente Donald Trump se esconde una estrategia más profunda: preparar el terreno para una eventual confrontación con China, tanto en el ámbito militar como tecnológico. Lo que está en juego no es simplemente el saldo de la balanza comercial, sino el liderazgo global en un nuevo orden internacional donde la capacidad de producir, innovar y controlar sectores estratégicos se ha vuelto crucial.
Trump ha dejado clara su intención de relocalizar la producción industrial en suelo estadounidense. Su argumento: la seguridad nacional depende de la capacidad de producir bienes estratégicos como antibióticos, microchips y equipamiento militar dentro del país. Esta narrativa ha servido de base para imponer aranceles de hasta el 145% a productos chinos y gravar incluso a aliados tradicionales de EE. UU., generando tensión no solo con Pekín, sino también con socios históricos como Canadá, Alemania, Japón o Corea del Sur. La estrategia ha sido criticada por muchos economistas y analistas internacionales, quienes advierten que podría terminar debilitando el papel global de Estados Unidos al aislarlo comercialmente.
Desde el otro lado del Pacífico, Xi Jinping ha reaccionado con una estrategia similar pero más silenciosa. El programa «Hecho en China 2025» busca reducir la dependencia de bienes y tecnología extranjera y consolidar una industria nacional robusta. Pekín ha apostado por el liderazgo en industrias clave como baterías de litio, inteligencia artificial, trenes de alta velocidad, semiconductores y tecnologías verdes. Al igual que Trump, Xi entiende que la autosuficiencia económica es un pilar de la soberanía nacional, y su gobierno ha movilizado todos los recursos del Estado para lograrlo, desde subsidios hasta alianzas estratégicas con países africanos, latinoamericanos y del sudeste asiático.
Ambas potencias se han lanzado a una carrera por la supremacía industrial y tecnológica. Mientras EE. UU. endurece sus sanciones, bloquea exportaciones de tecnología avanzada y presiona a sus aliados para que hagan lo mismo, China redobla esfuerzos para ganar influencia en el sur global, ofreciendo inversiones sin condiciones políticas, financiamiento a largo plazo y acuerdos bilaterales que fortalecen su presencia en mercados emergentes. Esta competencia está reorganizando las alianzas internacionales y empujando a otros países a tomar partido o a buscar una difícil neutralidad que les permita no quedar atrapados en una nueva Guerra Fría.
Más allá del ruido diplomático, el trasfondo es claro: tanto Washington como Pekín se preparan para un conflicto que ninguno desea, pero que ambos consideran posible. La militarización del comercio y la tecnología es solo una manifestación de esa tensión latente. El desacoplamiento económico entre ambas potencias ya está en marcha, con cadenas de suministro que se redibujan, empresas que relocalizan sus centros de producción y gobiernos que redefinen sus políticas industriales en función de objetivos geoestratégicos.
Conclusión
El resto del mundo observa con inquietud, obligado a navegar entre dos gigantes cada vez más enfrentados. Las decisiones que se tomen en los próximos meses marcarán el rumbo de la economía global durante la próxima década. Y la pregunta ya no es si la guerra comercial puede escalar, si no hasta dónde están dispuestos a llegar Trump y Xi en su afán de imponer su visión del futuro.
Cierre Semanal | Cierre Anual | Precio actual | Últimos 5 días | En el año | |
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S&P500 | 5308.53 | 5881.94 | 5275.79 | -0.62% | -10.31% |
Nasdaq100 | 18516.50 | 21017.27 | 18260.99 | -1.38% | -13.11% |
Eurostoxx50 | 4841.08 | 4884.62 | 4945.97 | 2.17% | 1.26% |
Ibex35 | 12351.70 | 11595.00 | 12885.30 | 4.32% | 11.13% |
Oro | 3237.50 | 2639.30 | 3335.50 | 3.03% | 26.38% |
Brent | 63.11 | 74.80 | 66.35 | 5.13% | -11.30% |
Natgas | 3.86 | 3.63 | 3.77 | -2.36% | 3.77% |
SSE | 3219.51 | 3354.29 | 3278.81 | 1.84% | -2.25% |
Bitcoin | 83380.47 | 93484.46 | 84700.21 | 1.58% | -9.40% |
*Cierre semanal: 10 de abril del 2025 a las 10:03
*Cierre anual: Último dato del 31 de diciembre del 2024
*Cierre anual de Eurostoxx: 30 de diciembre del 2024
*Precio Actual: 17 de abril del 2025 a las 10:03
La debilidad del dólar es una señal de pérdida de confianza en EE. UU.
En las últimas semanas, el dólar estadounidense ha mostrado una notable debilidad que podría interpretarse como una señal clara de pérdida de confianza en los activos de EE. UU. Esta tendencia no solo tiene implicaciones en el tipo de cambio, sino que podría ser el inicio de una posible transformación estructural en la percepción del liderazgo económico norteamericano.
Según datos de Bloomberg, muchos inversores están tomando precauciones ante la posibilidad de que el dólar siga cayendo. Para protegerse, están comprando cada vez más productos financieros llamados «opciones put», que ganan valor si el dólar baja. La demanda de este tipo de cobertura ha alcanzado su nivel más alto en cinco años. De hecho, el indicador que compara la demanda de opciones que apuestan a la subida (call) con las que apuestan a la caída (put) ha caído por debajo de cero, algo que no ocurría desde la pandemia en marzo de 2020. Esto refleja que hoy hay más interés en cubrirse frente a un dólar débil que en apostar por su recuperación.
La administración Trump ha reactivado su política arancelaria agresiva, lo que está erosionando la confianza de los inversores internacionales. Las medidas proteccionistas, lejos de fortalecer la economía doméstica, están empezando a minar el rol del dólar como pilar del sistema financiero global. Como se puede apreciar en el siguiente gráfico del dólar Index, que mide las variaciones del dólar estadounidense contra las seis principales divisas del mundo, el momento no puede ser más crucial tras una depreciación de un 10% desde inicios de este año.
Fuente: TradingView
Aunque un dólar más débil puede beneficiar a las exportaciones estadounidenses, al hacer más competitivos sus productos en el exterior, ese estímulo viene acompañado de un riesgo inflacionista relevante. EE. UU. sigue siendo una economía con un déficit comercial estructural, lo que implica que necesita importar una gran cantidad de bienes. Un dólar débil encarece esas importaciones, trasladando presión directa a los precios internos que pagan consumidores y empresas.
Conclusión
La pregunta ahora es si esta desconfianza en el dólar será coyuntural o el inicio de una nueva etapa en la que el liderazgo financiero de EE. UU. empiece a ser cuestionado de forma más sistemática.
En cualquier caso, el debilitamiento del dólar no es un hecho aislado: es un síntoma de una serie de desequilibrios económicos, fiscales y geopolíticos que comienzan a converger y que podrían redefinir el panorama global en los próximos años.
El BCE bajará las tasas de interés una vez más
Todo apunta a que el Banco Central Europeo recortará nuevamente los tipos de interés en su próxima reunión del 17 de abril. El mercado descuenta con alta probabilidad una bajada de 25 puntos básicos, que situaría la facilidad de depósito en el 2,25%. Esta decisión llega en un contexto donde la inflación general de la eurozona ha seguido moderándose hasta el 2,2% interanual, mientras que la inflación subyacente, aun estando un poco elevada, en el 2,4%, mantiene la tendencia correcta hacia el objetivo del banco central.
Como se puede apreciar en el siguiente gráfico, no hay dudas sobre el recorte de 0.25% de esta semana. Y el mercado descuenta mayoritariamente que los tipos alcanzarán el 2% en mayo. A partir de ahí las opiniones hacia recortes adicionales o estabilidad en las tasas de interés entra en un equilibrio mayor con un 50% que piensa que ese será el suelo, mientras que otro 50% confía en que veamos bajadas hasta 1.75% o incluso 1.50%.
Fuente: Bloomberg
En paralelo, los riesgos de enfriamiento económico ganan fuerza. La reciente intensificación de las tensiones comerciales internacionales —particularmente entre Estados Unidos y sus principales socios— ha activado las alertas sobre el impacto negativo en el comercio exterior europeo. La combinación de desaceleración económica e inflación cada vez más controlada refuerza la narrativa de una política monetaria más laxa para evitar que la ralentización se convierta en recesión.
Además, el fortalecimiento reciente del euro añade un matiz relevante al escenario. Una moneda más fuerte ayuda a contener la inflación importada, pero a la vez perjudica la competitividad exterior en un momento crítico para las exportaciones europeas.
Conclusión:
Este equilibrio delicado entre estabilidad de precios y crecimiento económico es, sin duda, uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta el BCE en este nuevo entorno geopolítico y financiero. La decisión de hoy no será tan relevante como los comentarios de Christine Lagarde en su comparecencia, ya que podría marcar el tono de los próximos meses. En un mundo cada vez más incierto, donde es difícil pronosticar la evolución del crecimiento económico y la inflación, la política monetaria europea tendrá que asumir un rol más proactivo, aún a riesgo de equivocarse.
El consumidor estadounidense se queda sin oxígeno
Durante años, el consumo ha sido el motor de la economía de Estados Unidos, representando cerca del 70% del producto interior bruto. Sin embargo, las señales que llegan desde múltiples frentes advierten que ese motor está empezando a griparse. Tras los excesos de ahorro acumulados durante la pandemia, el consumidor medio ha agotado sus reservas. Hoy, mantener el nivel de vida requiere recurrir al endeudamiento, tal y como demuestra el siguiente gráfico, donde la línea de color negro representa el peso del consumo en el crecimiento económico de EE. UU. medido como PIB, y la línea roja muestra la tasa de ahorro del ciudadano americano.
Fuente: Lance Roberts, RIA
Según datos de la Reserva Federal de Filadelfia, el porcentaje de cuentas de crédito en las que solo se abonan los pagos mínimos ha alcanzado máximos históricos. Las tasas de morosidad, por su parte, han vuelto a niveles previos a la pandemia.
Aún más preocupante es la expansión del modelo “Compra ahora, paga después” (BNPL) para cubrir gastos básicos como alimentos. Lo que antes era una herramienta asociada a compras no esenciales, ahora se ha convertido en una vía de supervivencia para muchas familias.
Grandes cadenas como Walmart y Dollar General ya han lanzado señales de alarma. Sus directivos advierten de que sus clientes están bajo una fuerte presión presupuestaria y empiezan a recortar incluso en medicamentos o productos de higiene para poder pagar la gasolina o llenar la nevera.
La confianza del consumidor también se deteriora y empieza a reflejarse en las previsiones de beneficios corporativos. Incluso empresas tecnológicas que hasta ahora parecían inmunes están comenzando a notar la contracción del gasto en sus divisiones orientadas al consumo.
A este escenario de pérdida de poder adquisitivo se suman los nuevos aranceles impulsados por la administración Trump, que operarán como un impuesto adicional sobre el consumo. Más costes, menos margen, y un mayor riesgo de recesión.
Mientras tanto, los elevados tipos de interés están restringiendo el acceso al crédito tanto a nivel personal como empresarial. La Reserva Federal se enfrenta a un dilema: la inflación continúa por encima del objetivo, pero el consumidor está al límite. Y sin consumo, no hay crecimiento económico.
Conclusión
La paradoja a la que se enfrenta la economía estadounidense es clara: si finalmente la demanda se hunde, el mayor riesgo a medio/largo plazo ya no será la inflación, sino la deflación. El problema para la FED es que tiene que gestionar no solo el futuro sino también el presente, y aunque a largo plazo el problema se llame deflación, a corto plazo es muy probable que tenga que controlar las presiones inflacionistas.
En este contexto, las decisiones monetarias se vuelven de lo más complejo, y eso suele saldarse con mayor volatilidad en los mercados y pérdida de confianza de los consumidores.
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Lo que quiere XI, lo que quiere Trump y lo que puede hacer el resto del mundo
Xi Jinping ha logrado avances estratégicos que lo colocan en una posición sólida para competir, y quizás superar, a Estados Unidos en el largo plazo. Uno de sus grandes logros ha sido el impulso del plan «Hecho en China 2025», que ha permitido a China convertirse en líder mundial en cinco de las industrias tecnológicas más relevantes del futuro: paneles solares, trenes de alta velocidad, baterías de litio, grafeno y vehículos no tripulados. Y está alcanzando rápidamente una posición competitiva en otras áreas críticas como la inteligencia artificial, la industria farmacéutica, los robots o los semiconductores.
Fuente: Bloomberg
Este crecimiento tecnológico no es solo económico, es también estratégico. Para el Partido Comunista, mantener el control de la cadena de suministro industrial significa estar preparado para cualquier conflicto futuro. Si la guerra económica escala, China quiere asegurarse de que puede fabricar todo lo necesario para resistir. Su objetivo: independencia, liderazgo tecnológico y superioridad industrial global.
Del otro lado del tablero, Trump tiene una agenda clara: traer de vuelta las fábricas a Estados Unidos y reconstruir la base manufacturera nacional, incluso si eso requiere una ruptura con las reglas actuales del comercio global. Ha impuesto aranceles agresivos, incluso a sus aliados tradicionales, y busca rediseñar la economía global para hacer económicamente viable producir en EE. UU. bienes que hoy se fabrican de forma más barata en Asia.
Este enfoque de confrontación está generando tensiones geopolíticas profundas. Algunos aliados de Estados Unidos, como Corea del Sur, Japón o Taiwán, optan por el silencio y la diplomacia para evitar fricciones. Otros, como Alemania o Francia, han alzado la voz: Macron pidió frenar inversiones en EE. UU., mientras el vicecanciller alemán comparó los aranceles de Trump con la invasión rusa de Ucrania. Incluso el primer ministro canadiense declaró que el ciclo de liderazgo económico estadounidense basado en la confianza ha terminado.
Conclusión
En su intento de debilitar a China, Trump puede estar empujando a sus aliados hacia una posición más neutral o incluso más cercana a Pekín. Esto le da a Xi una ventana de oportunidad para estrechar lazos con países que antes estaban plenamente alineados con EE. UU.
La estrategia racional para el resto del mundo parece clara: resistir los daños a corto plazo y diversificar sus alianzas estratégicas. No se trata solo de evitar nuevas heridas por parte de Washington o Pekín, sino de ganar margen de maniobra en un mundo donde el liderazgo global está cada vez más disputado.
La guerra comercial ha dejado de ser bilateral. Ahora todos están en juego.
La Cámara de Comercio de Madrid, a través de su plataforma TIC Negocios, se suma como event partner, reforzando su compromiso con el desarrollo empresarial y el acceso a espacios donde se construye el futuro económico de nuestras pymes y emprendedores.
“Este evento es una oportunidad para escuchar a quienes anticipan lo que viene. En TIC Negocios creemos que el conocimiento económico es tan crucial como la tecnología para que nuestras empresas puedan tomar decisiones valientes, con datos, estrategia y visión de futuro”, afirma Raúl Herrero, responsable TIC de la Cámara de Comercio de Madrid.
La participación como partner institucional responde a la misión de TIC Negocios de acercar a las empresas madrileñas a los entornos donde se generan oportunidades reales. Desde esta plataforma, se impulsa:
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Guía completa sobre Backtesting en Trading
El backtesting es una de las herramientas más poderosas que tienen los traders para evaluar la eficacia de sus estrategias antes de invertir dinero real. Durante mis años de experiencia en el mundo del trading, he aprendido que la importancia de realizar un backtesting adecuado no puede ser subestimada. No solo te ayuda a identificar posibles errores, sino que también te proporciona una visión clara de cómo podría haber funcionado en condiciones pasadas del mercado. En este artículo, voy a desglosar en detalle qué es el backtesting, cómo funciona, y las mejores prácticas para llevarlo a cabo.
Cuando arrancó 2025, todo apuntaba a un año de reactivación para el mercado de fusiones y adquisiciones (M&A): tipos de interés a la baja, inflación moderándose y fondos de private equity urgidos por devolver capital tras años de retención. El apetito estaba. La liquidez, también. Pero nadie contaba con el ingrediente más desestabilizador del menú: la política comercial de Donald Trump.
Trump ha recuperado su agenda arancelaria sin matices y el impacto no ha tardado en sentirse: los mercados financieros han reaccionado con picos de volatilidad, el crédito se ha encarecido y el M&A se ha congelado. Literalmente. El número de operaciones ha caído a niveles no vistos desde 2020, en pleno confinamiento, y muchas transacciones activas han sido reprogramadas para después del verano.
El problema no es solo el coste, es la incertidumbre. Con aranceles entrando y saliendo del tablero según la hora del día, los compradores tienen que rehacer sus tesis de inversión constantemente. Se alargan los procesos de ´due diligence´, se rompen las expectativas de precio entre comprador y vendedor, y los fondos optan por esperar. Un entorno de “nadie quiere ser el primero en moverse”. La realidad es que operaciones icónicas como la compra de Wiz por Google ($32B) o la fusión entre X y xAI ($113B) son la excepción que confirma la regla: se firmaron antes de este nuevo ciclo de volatilidad. Otra realidad es que el mercado de crédito apalancado se ha paralizado. Solo los emisores con mejor perfil crediticio tienen posibilidades reales de acceso al capital en estos momentos. Lo más dramático es que los procesos de venta interrumpidos no se cuentan con los dedos de una mano, se han multiplicado las llamadas entre asesores y fondos para valorar aplazamientos o incluso cancelaciones definitivas.
En este contexto de frenazo, algunos operadores miran hacia Europa como refugio: marcos regulatorios más estables, inflación contenida y una política fiscal que, aunque limitada, ofrece algo de margen para actuar, pero ni el continente está inmune ni el capital se mueve tan rápido como el miedo.
Este 2025 se presenta en este campo de ´stand-by´, espera y mira, porque el riesgo no es solo económico, es de confianza en el sistema, de un cambio en las reglas del juego mientras se está jugando el partido. Si quieres conocer más de este nuevo paradigma en el M&A, donde la política y la geopolítica pesan más que los fundamentales te invito a vernos en mi evento del 10 de mayo en Madrid, donde hablaremos de este entorno donde solo sobrevivirán quienes sepan moverse entre la niebla, sin perder de vista el largo plazo. Oportunidades habrá, pero no para todos.
Os comparto este artículo que he escrito esta semana en Cinco días.
Donald Trump ha vuelto a poner el foco en el déficit comercial de Estados Unidos, presentándolo como una amenaza económica que debe corregirse a través de nuevos aranceles. Sin embargo, esta visión ignora que el déficit comercial no es, por sí mismo, un problema, sino la consecuencia de dinámicas más complejas, como el rol del dólar como moneda de reserva mundial.
En el artículo, explico cómo forzar un ajuste del déficit comercial mediante aranceles no solo no garantiza mejorar la economía estadounidense, sino que puede generar efectos secundarios graves: guerras comerciales, encarecimiento de productos y presión sobre los aliados. Y lo más importante: no se puede tener el privilegio del dólar como refugio global y, al mismo tiempo, eliminar el déficit comercial.
Además, Trump parece olvidar que el superávit comercial de países como Alemania o China es el espejo del déficit americano. El comercio mundial es un juego de suma cero en ese sentido, y modificar unilateralmente estas relaciones puede romper equilibrios delicados.
En definitiva, confundir el déficit comercial con una debilidad estructural es un error que puede tener consecuencias graves, especialmente si se responde con medidas proteccionistas en un entorno ya muy tensionado a nivel global.
Esta newsletter es un paso más de un camino que comencé hace años con la intención de poner algo de luz a muchas informaciones sesgadas o poco éticas sobre lo que sucedía en el mundo de la inversión. Hoy sigo con la misma idea, creo que si lo que define al mercado es el conjunto de lo que hacemos todos los inversores juntos, necesitamos hacer esto con responsabilidad, conocimiento y la información más rigurosa. Espero que en The Trader, te sientas identificado.
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