The trader nº 129
La interpretación inteligente del mercado
La interpretación inteligente del mercado

Bienvenido a mi visión personal sobre la actualidad de los mercados financieros nº129. Gracias por tu interés, si te has perdido alguna entrega o aún no estás suscrito puedes revisar aquí
Estados Unidos vive un momento extraño. Los datos económicos transmiten señales contradictorias: mientras el PIB crece con fuerza, el empleo se frena, la inflación no cede y las pequeñas empresas empiezan a sufrir. A simple vista, el país parece en expansión; pero bajo la superficie, se adivina una economía fracturada, sostenida principalmente por un solo motor: la inteligencia artificial.
Muchos economistas describen la situación como una economía a dos velocidades. Una mitad del país, la más acomodada, mantiene el consumo, invierte y se beneficia del auge tecnológico. La otra mitad, la que depende de salarios ajustados y de pequeñas empresas, se enfrenta a un entorno mucho más duro, con escasas oportunidades, inflación persistente y un mercado laboral que empieza a mostrar fatiga. Las estadísticas oficiales, además, están distorsionadas por el cierre de gobierno, lo que añade más incertidumbre a un contexto ya complejo.
Los datos de empleo confirman esa desaceleración. Según fuentes privadas, en los últimos meses el ritmo de creación de puestos de trabajo se ha frenado drásticamente. Las grandes corporaciones que antes contrataban ahora comienzan a anunciar fuertes recortes, mientras que las pequeñas empresas (las más sensibles a los costes y a los aranceles) ya han empezado a despedir. Más de un millón de trabajadores han perdido su empleo en lo que va de año, y la cifra sigue aumentando. El crecimiento del empleo continúa siendo positivo, pero cada vez más débil, como si la economía avanzara con un pie en el freno. A esa pérdida de impulso laboral se suma una inflación que no termina de retroceder. El índice de precios al consumo se mantiene en torno al 3 %, por encima del objetivo del 2 % de la Reserva Federal. Algunos analistas sospechan que el banco central está aceptando tácitamente ese nuevo nivel de inflación porque le ayuda a diluir la carga de la deuda pública, en lo que se conoce técnicamente como “deflactar la deuda”. Pero ese equilibrio es frágil y peligroso, y empieza a reflejarse en las encuestas: cada vez más ciudadanos prefieren un ligero aumento del desempleo antes que seguir pagando más por todo. Otros temen que, si las expectativas inflacionarias se consolidan en torno al 3–4 %, la Fed podría perder el control de los precios y con ello buena parte de su credibilidad.
El dilema es evidente: si la Reserva Federal mantiene los tipos altos, puede frenar el crecimiento económico más de lo deseado y acelerar la fractura en el mercado laboral. Pero si los baja para aliviar a la economía y sostener el empleo, corre el riesgo de reavivar la inflación. En su última reunión, los propios miembros del FOMC mostraron división interna y dejaron claro que las próximas decisiones son cualquier cosa menos seguras.
Y, sin embargo, el último dato de PIB sigue mostrando un crecimiento sólido, impulsado por un fenómeno que está transformando la economía estadounidense: la inversión masiva en inteligencia artificial. Las grandes tecnológicas se han convertido en el principal motor del crecimiento. Nvidia, Google, Amazon, Meta, Microsoft y Oracle están invirtiendo cantidades colosales en chips, centros de datos y sistemas de computación. El dinero que fluye hacia la IA sostiene no solo a Silicon Valley, sino también a miles de empleos indirectos en construcción, ingeniería y energía. Es el gran proyecto industrial del momento, el que mantiene vivo el relato del auge americano. Pero también es un espejismo que esconde otra realidad preocupante: si se descuenta el impacto de la IA, el crecimiento real del país estaría cerca de cero.
Y dentro de ese gran motor que mantiene viva a la economía estadounidense también se está produciendo una metamorfosis. Al principio, las grandes tecnológicas impulsaban su crecimiento reinvirtiendo sus beneficios. Hoy, en cambio, financian buena parte de su expansión con deuda, lo que ha disparado la emisión de bonos corporativos. Este cambio añade un riesgo latente: si el ciclo se revierte o la demanda se enfría, el impacto podría propagarse rápidamente al sistema financiero. Algunos analistas comparan el momento actual con la burbuja de las puntocom de finales de los noventa, cuando todas las empresas ligadas a internet se valoraban como si fueran a ganar, algo que nunca ocurre. La historia demuestra que cada gran revolución tecnológica comienza con una fase de euforia y sobreinversión que inevitablemente desemboca en una corrección dolorosa, antes de dar paso a una segunda etapa más sólida y sostenible. Es evidente que estamos en pleno auge de esa primera ola, pero conviene no subestimar el ajuste que vendrá, tarde o temprano, y que probablemente será similar al de hace dos décadas.
Mientras tanto, la economía avanza sostenida por un equilibrio cada vez más precario: deuda pública récord, inflación enquistada, un banco central sin margen de maniobra y un sector privado que se endeuda para financiar su propia expansión. Es un equilibrio que puede durar un tiempo, pero difícilmente hasta 2030. Tarde o temprano, el coste de los intereses y el peso de la deuda forzarán un cambio drástico, una especie de “gran reseteo” económico que redefinirá el papel del Estado, del crédito y de los mercados financieros.
Vivimos un presente fascinante, pero la ilusión del crecimiento no parece sostenible de forma indefinida. Como lleva pasando desde hace siglos, el futuro exigirá una corrección de los excesos, y cuando esa corrección llegue, no será solo un ajuste financiero, sino una prueba de resiliencia para toda una sociedad que se ha acostumbrado a vivir por encima de sus posibilidades, convencida de que la tecnología puede resolverlo todo. El verdadero desafío de la próxima década no será evitar la crisis, sino aprovecharla para reconstruir un modelo económico más equilibrado y sostenible a largo plazo.
| Cierre Semanal | Cierre Anual | Precio actual | Últimos 5 días | En el año | |
|---|---|---|---|---|---|
| S&P500 | 6761.92 | 5881.94 | 6852.03 | 1.33% | 16.49% |
| Nasdaq100 | 25390.37 | 21017.27 | 25521.15 | 0.52% | 21.43% |
| Eurostoxx50 | 5614.07 | 4884.62 | 5817.12 | 3.62% | 19.09% |
| Ibex35 | 16069.00 | 11595 | 16643.10 | 3.57% | 43.54% |
| Oro | 4005.90 | 2639.3 | 4239.50 | 5.83% | 60.63% |
| Brent | 63.67 | 74.8 | 62.54 | -1.77% | -16.39% |
| Natgas | 4.59 | 3.63 | 4.69 | 2.29% | 29.31% |
| SSE | 3994.32 | 3354.29 | 4030.28 | 0.90% | 20.15% |
| Bitcoin | 103284.27 | 93484.46 | 103637.93 | 0.34% | 10.86% |
*Cierre semanal: 6 de octubre del 2025 a las 10:00
*Cierre anual: Último dato del 31 de diciembre del 2024
*Cierre anual de Eurostoxx: 30 de diciembre del 2024
*Precio Actual: 12 de noviembre del 2025 a las 10:00
La parálisis del gobierno de EE. UU. empieza a desbloquearse
Estados Unidos podrá fin al cierre de gobierno más largo de su historia esta semana. Tras más de cuarenta días de parálisis institucional, con cientos de miles de funcionarios sin cobrar, programas sociales congelados y una economía que empezaba a resentirse, un grupo de ocho senadores demócratas ha decidido romper filas con su propio partido y votar junto a los republicanos y la Casa Blanca para desbloquear la situación. La maniobra ha sorprendido a todos y ha abierto una grieta en el bloque progresista, que califica el movimiento de “rendición” y “traición”. El cambio de posición de esos ocho senadores refleja el creciente desgaste político y social del cierre. Aun así, la tensión en el partido es evidente. Desde el ala más progresista han acusado a los disidentes de entregar una victoria a Trump sin obtener nada a cambio.
El acuerdo aprobado en el Senado, que salió adelante por el mínimo necesario de 60 votos a 40, permite restablecer la financiación de la mayor parte del Gobierno federal hasta el 30 de enero, mientras que ciertos departamentos (como Agricultura, Asuntos de Veteranos, la FDA y los programas de construcción militar) quedan financiados hasta el 30 de septiembre. También se garantiza que todos los funcionarios recibirán los salarios no abonados durante estas seis semanas de cierre, y se prohíben despidos en el sector público hasta finales de enero. Sin embargo, la vuelta a la normalidad será progresiva: los aeropuertos pueden tardar varios días en recuperar sus operaciones habituales y los beneficios alimentarios (SNAP) podrían necesitar semanas para normalizar la distribución de pagos atrasados.
El punto de fricción más importante ha sido la renovación de los subsidios de la Ley de Salud Asequible (Obamacare), que evitan subidas bruscas en el precio de los seguros médicos para 24 millones de estadounidenses. Los progresistas querían incluir su prolongación en el acuerdo, pero el bloque moderado renunció a esa exigencia a cambio de una promesa de votación antes de mediados de diciembre. Eso no garantiza su aprobación: varios republicanos han adelantado su rechazo y la Cámara ni siquiera ha asegurado que vaya a debatirlo. Porque mientras el Congreso trata de restaurar la normalidad, la Casa Blanca sigue presionando para reformar de raíz la Ley de Cuidado de Salud Asequible, conocida popularmente como Obamacare. Trump insiste en eliminar los subsidios actuales y redirigir esos fondos directamente a las familias, para que cada ciudadano reciba el dinero y elija libremente su cobertura médica. En su discurso, el plan suena a libertad de elección; en la práctica, significaría desmantelar las ayudas que permiten a millones de estadounidenses acceder a un seguro básico. La paradoja es que este debate sanitario se produce en pleno agotamiento social y económico. El cierre de gobierno ya ha costado miles de millones de dólares y ha deteriorado la confianza en las instituciones.
El episodio deja una lección clara. En política, las victorias a corto plazo pueden salir muy caras a largo plazo. Los republicanos logran mantener su agenda sin ceder en lo esencial, los demócratas moderados salvan la cara frente a la opinión pública, y el ciudadano medio (agotado por la inflación, las facturas médicas y la incertidumbre) vuelve a ser quien paga el precio del bloqueo.
Por ahora, el país respira con cautela, pero el pulso sobre el papel del Estado en la economía y en la sanidad sigue abierto. Y aunque la administración vuelva a funcionar, la fractura política que ha revelado este cierre tardará mucho más en cerrarse.
El populismo de Trump con etiqueta económica
Donald Trump ha vuelto a mover ficha, y lo ha hecho con una propuesta tan llamativa como polémica: entregar un “dividendo arancelario” de 2.000 dólares a la mayoría de los estadounidenses. La medida, anunciada en su red social Truth Social, se financiaría (según el propio presidente) con los ingresos obtenidos por los aranceles que Estados Unidos cobra a las importaciones. En palabras de Trump, “es hora de devolver al pueblo el dinero que antes se quedaba en manos de otros países”.
La idea tiene un gancho político evidente. En un contexto de inflación persistente y desigualdad creciente, prometer dinero directo a los ciudadanos resulta electoralmente irresistible. Pero desde el punto de vista económico, la propuesta abre más preguntas que respuestas. Según estimaciones independientes, pagar 2.000 dólares a la “mayoría” de los estadounidenses costaría entre 300.000 y 500.000 millones de dólares, una cifra muy superior a los 195.000 millones recaudados por aranceles en lo que va de 2025. En otras palabras, el plan es fiscalmente inviable, salvo que se recurra a más deuda o se incrementen los aranceles hasta niveles que terminarían golpeando directamente al consumidor.
Conviene recordar que la mayor parte de los aranceles no los pagan los países exportadores, sino las empresas y consumidores del país que los impone. Cada producto importado encarece el coste de vida interno, de modo que el supuesto “dividendo” terminaría siendo una devolución parcial del sobrecoste que las familias ya pagan en supermercados, coches o electrodomésticos. Un círculo cerrado con apariencia de regalo.
Si en este momento una parte de la preocupación reside en la falta de control de precios, no deja de ser una paradoja que se pretenda luchar contra la inflación dándole dinero a la gente para gastar, manteniendo un déficit del 6 % y con la Fed bajando los tipos. Porque un estímulo directo al consumo financiado con déficit y respaldado por una política monetaria laxa es la receta clásica para reavivar las presiones inflacionarias que precisamente se pretende combatir, algo que podría acabar convirtiéndose en un cóctel explosivo.
Más allá del debate económico, el movimiento tiene una lectura política más profunda. Trump intenta transformar los aranceles (tradicionalmente percibidos como un impuesto encubierto) en un instrumento de redistribución nacionalista: cobrar a los extranjeros para pagar a los americanos. En el fondo, es una reedición del viejo lema de “Make America Great Again”, pero traducido a una promesa de ingresos inmediatos. Si logra materializarlo, podría reforzar su imagen de presidente “del pueblo”, aunque a costa de agravar los desequilibrios fiscales y comerciales del país. En última instancia, esta medida ilustra cómo la política económica estadounidense se ha convertido en una herramienta de campaña permanente. Las decisiones sobre comercio, deuda y política monetaria ya no responden solo a criterios técnicos, sino al cálculo de quién gana y quién pierde votos. Y si algo enseña la historia es que los dividendos electorales suelen tener un coste elevado cuando se pagan con dinero público.
El anuncio de Trump no es solo una promesa populista; es un síntoma de una tendencia global: la de gobiernos que, incapaces de contener los precios o mejorar los salarios reales, optan por compensar el malestar social con transferencias directas. Un alivio temporal que puede terminar alimentando justo aquello que pretende aliviar.
Berkshire Hathaway acumula un récord histórico de liquidez
La legendaria firma de Warren Buffett alcanzó un nuevo hito en el tercer trimestre de 2025: su reserva de efectivo ascendió a 381.700 millones de dólares, la cifra más alta de su historia. Al mismo tiempo, el conglomerado registró un aumento del 34% en sus beneficios operativos, impulsado principalmente por el excelente desempeño de su negocio asegurador.
Fuente: Berkshire Hathaway
El área de seguros fue la gran protagonista del trimestre. Las divisiones de seguros primarios y de reaseguros obtuvieron beneficios de suscripción antes de impuestos, algo poco habitual en años recientes. La mejora se debió en gran parte a un periodo con escasa actividad catastrófica, que permitió que las ganancias por suscripción se triplicaran respecto al año anterior. Sin embargo, no todo fueron buenas noticias: la aseguradora de automóviles Geico vio reducirse su beneficio un 13% por un aumento de reclamaciones y un notable incremento de los costes de adquisición de pólizas, especialmente en publicidad.
Fuente: Bloomberg
Pese a las sólidas cifras, Buffett se mantuvo cauto. Durante el trimestre, Berkshire vendió más de 6.000 millones de dólares en acciones y no realizó ninguna adquisición grande, a pesar de haber mostrado interés meses atrás con compras relevantes como una participación de 1.600 millones en UnitedHealth Group y el acuerdo de 9.700 millones para adquirir OxyChem. Para algunos analistas, esta prudencia refleja la percepción de Buffett de que “hay pocas oportunidades atractivas” en el mercado actual. La rentabilidad de las inversiones financieras se redujo un 13%, hasta 3.200 millones, debido a la caída de los tipos de interés a corto plazo.
Otro aspecto destacado fue la ausencia de recompras de acciones. Por quinto trimestre consecutivo, Berkshire Hathaway decidió no adquirir sus propios títulos, pese a que las acciones han caído cerca de un 12% desde que Buffett anunció su retirada para finales de año. La decisión envió una señal interpretada por algunos inversores como falta de confianza en la valoración actual del grupo. Con Buffett preparando el traspaso del liderazgo a Greg Abel, la compañía entra en una nueva era. Sus resultados, que abarcan desde seguros hasta ferrocarriles, energía e industria, siguen siendo un termómetro del estado de la economía estadounidense: fuerte capacidad de generación de beneficios, prudencia en la inversión y acumulación masiva de liquidez.
Esa montaña de efectivo, sin embargo, también lanza un mensaje claro: Buffett prefiere esperar. En un entorno de incertidumbre económica y mercados en máximos, el “Oráculo de Omaha” parece mantener su receta clásica: paciencia, liquidez y disciplina, a la espera de que aparezcan verdaderas oportunidades de valor.
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¿Señales tempranas en el mercado de crédito?
En las últimas semanas han aparecido grietas en un rincón del sistema financiero que suele pasar desapercibido: el crédito a empresas de mayor riesgo. La caída de un prestamista de automóviles especializado en clientes con baja solvencia (que llegó a usar los mismos coches como garantía para varios préstamos) ha levantado sospechas. No tanto por la empresa en sí, sino por quién estaba detrás financiándola: grandes entidades financieras y fondos relevantes. El problema no es un impago puntual, sino la posibilidad de que no sea un caso aislado. Poco después, otras compañías también entraron en problemas: un proveedor de repuestos, algunas firmas de inversión regionales y varios bancos medianos han reconocido pérdidas ligadas a préstamos opacos o valoraciones dudosas. El mercado ha empezado a preguntarse si estamos ante las primeras señales de algo mayor. La comparación que circula en Wall Street es sencilla: “cuando ves una cucaracha, probablemente hay más escondidas”. Esa frase ha resonado no tanto por el dramatismo, sino porque refleja el nerviosismo de fondo.
No hay que olvidar que, durante años, las condiciones financieras fueron extraordinariamente favorables: Tipos bajos, dinero abundante y un entorno en el que casi cualquier empresa podía refinanciarse sin dificultad. Eso alimentó el crecimiento del llamado crédito privado, financiado fuera del sistema bancario tradicional y con menos supervisión. Esta parte del mercado se ha expandido rápido y con poca transparencia. Hoy, algunos de esos préstamos están empezando a mostrar tensión. Empresas que no pueden pagar los intereses y piden añadirlos a la deuda, valoraciones que no terminan de cuadrar y garantías difíciles de rastrear. El siguiente gráfico compara el volumen total de préstamos concedidos por los seis mayores bancos estadounidenses (JPMorgan, Goldman Sachs, Citigroup, Wells Fargo, Morgan Stanley y Bank of America) con el tamaño del mercado global de crédito privado en 2010 y en 2024. En 2010, los grandes bancos sumaban 3,3 billones de dólares en préstamos, mientras que el crédito privado apenas alcanzaba 0,4 billones. En 2024, los préstamos bancarios aumentaron moderadamente hasta 4,8 billones, pero el crédito privado se disparó hasta 2,1 billones, multiplicándose por más de cinco. Esto refleja un cambio estructural en el sistema financiero: los inversores institucionales y fondos privados están asumiendo un papel creciente en la financiación global, mientras los bancos tradicionales pierden peso relativo en la concesión de crédito.
Fuente: JP Morgan, Refinitiv
A esta señal se suma otra divergencia llamativa en los mercados. Mientras el S&P 500 continúa marcando máximos históricos, impulsado sobre todo por las grandes tecnológicas y por la narrativa de la inteligencia artificial, las grandes gestoras de private equity (Blackstone, KKR, Carlyle) han caído con fuerza desde sus máximos del año, entre un –20% y un –24%. Es un contraste poco habitual, porque ambas piezas del sistema financiero suelen moverse en la misma dirección. El private equity depende de financiación abundante, deuda barata y valoraciones estables para seguir generando retornos. En un entorno de tipos elevados y condiciones de crédito más estrictas, ese modelo empieza a mostrar tensión. Dicho de otro modo: la superficie pública de la economía —la bolsa— todavía transmite fortaleza, pero en los mercados privados, donde la información llega más tarde y está menos supervisada, las primeras grietas ya son visibles.
No estamos ante un colapso, ni mucho menos. Los niveles de impago siguen contenidos y no hay señales de una crisis sistémica como la de 2008. Pero sí hay un cambio importante: la era del dinero fácil terminó, y con ella la capacidad de ocultar los problemas bajo nuevas rondas de financiación. Lo que estamos viendo ahora es una especie de ensayo general. Una advertencia. Un recordatorio de que, incluso en un entorno económico aparentemente estable, los excesos del crédito siempre terminan saliendo a la luz.
Conviene seguir observando. No para caer en alarmismos, sino para mantener una visión clara y realista: los mercados financieros no se rompen de golpe; se agrietan primero. Y esas grietas, cuando aparecen, casi nunca son casualidad.
Hoy a las 7:07 p.m. (hora de Madrid) voy a analizar en directo cómo distinguir los movimientos que importan de los que solo generan ruido, cómo decidir con criterio cuándo entrar y salir del mercado y cómo prepararte para el cierre del año con una visión estructurada y realista.
Si ya te has inscrito al directo, revisa tu bandeja de entrada, ahí encontrarás el enlace de acceso a la sala de Zoom.
Y si todavía no te has apuntado, aún estás a tiempo de reservar tu plaza gratuita aquí.
Durante el evento abriremos además 300 nuevas plazas para SEMINARIOS, la membresía donde aplico este mismo método cada semana junto a mis alumnos.
Esta será una edición muy especial: he preparado contenidos y materiales nuevos para que puedas profundizar aún más en la práctica y en el análisis real del mercado. Una vez finalice el plazo de acceso, cerraremos de nuevo las inscripciones y no habrá posibilidad de entrar hasta una fecha todavía no definida.
Por eso, si crees que esto puede ayudarte en tu proceso como inversor, te recomiendo estar en el directo de esta tarde, porque será ahí donde habilitaremos el acceso.
Espero verte por allí. Será una sesión de análisis en directo realmente interesante, que te ayudará a ordenar mejor lo que está ocurriendo ahora mismo y a distinguir qué señales merecen tu atención y cuáles no.
Os comparto los eventos donde participaré como ponente, me encantaría que me acompañéis en estas ocasiones especiales. Podéis encontrar todos los detalles aquí.
¡Nos vemos muy pronto!
Cuando analizamos una empresa desde el punto de vista financiero, entender cómo utiliza sus activos para generar ingresos es clave. No basta con saber si gana o pierde dinero; también hay que evaluar qué tan eficiente es en la gestión de sus recursos. Y para eso, las ratios de rotación son herramientas fundamentales. A lo largo de mi carrera, me he encontrado con inversores que se obsesionan con los beneficios netos y olvidan algo imprescindible: cómo se llega hasta ellos. Te cuento como utilizarlos en este artículo.
OpenAI da un paso decisivo en la expansión de su ecosistema: a partir de 2026, los usuarios podrán pagar directamente con PayPal dentro de ChatGPT, gracias a la nueva función Instant Checkout. Esta integración convierte a PayPal en la primera billetera digital disponible en la plataforma, permitiendo realizar compras en tiendas online o servicios conectados sin salir del chat, con los mismos métodos y protecciones habituales.
La alianza llega poco después del lanzamiento del botón “Comprar ahora” y del protocolo abierto Agentic Commerce Protocol (ACP), desarrollado junto a Stripe, que conecta a agentes de IA, usuarios y comercios en un flujo de compra automatizado. Esto significa que cualquier negocio que ya acepte PayPal o Stripe podrá integrarse automáticamente en el entorno de ChatGPT, sin trámites adicionales.
En definitiva, ChatGPT deja de ser solo una herramienta de conversación para convertirse en la interfaz de consumo del futuro, donde inteligencia artificial, comercio y finanzas confluyen en un mismo entorno conversacional. Los agentes de IA actuarán como asistentes de compra inteligentes, capaces de entender preferencias, buscar ofertas, comparar precios y cerrar pedidos en segundos.
El sistema parece ser un negocio redondo: Para el usuario, una experiencia de compra fluida, contextual y sin fricción, para los comercios, un nuevo canal de ventas impulsado por inteligencia artificial y para OpenAI, una diversificación real de ingresos hacia el comercio digital, más allá de las suscripciones.
Sin embargo, la expansión hacia el e-commerce también plantea desafíos, ya que la confianza y la privacidad serán esenciales en un entorno donde la IA gestiona información sensible sobre hábitos, gustos y finanzas personales. La entrada de OpenAI podría tensionar el mercado frente a gigantes como Amazon o Google, inaugurando una competencia donde el valor no será solo el producto, sino la inteligencia que lo intermedia.
España vive uno de los momentos fiscales más delicados de su historia reciente. Con una presión impositiva entre las más altas de Europa, un sistema complejo y una burocracia que asfixia a autónomos y empresas, el resultado es evidente: menos inversión, menor productividad y pérdida de talento.
En este contexto, el libro “Los impuestos tienen consecuencias” recupera la lógica económica más básica: los impuestos no son inocuos, moldean la conducta de una sociedad. Cuando se castiga el trabajo, el ahorro o la iniciativa, se frena el crecimiento. Pero cuando se reducen los tipos, la economía se reactiva, se amplían las bases imponibles y la recaudación aumenta. Arthur Laffer (autor de la famosa Curva de Laffer) y sus coautores demuestran con datos históricos que cada vez que se bajaron impuestos, las economías prosperaron, y que las subidas generalizadas solo trajeron recesión, desempleo y evasión.
El libro también lanza un mensaje incómodo pero necesario: subir los impuestos a los más ricos no mejora la justicia social; la empeora. Porque cuando cae la inversión, los primeros en pagar el precio son los trabajadores y las clases medias.
En un país donde el discurso político ha convertido al empresario en sospechoso y al contribuyente en fuente inagotable, “Los impuestos tienen consecuencias” recuerda una verdad elemental: no se combate la pobreza castigando la riqueza, sino creando las condiciones para generar riqueza y compartirla. Está editado por Deusto.

Esta newsletter es un paso más de un camino que comencé hace años con la intención de poner algo de luz a muchas informaciones sesgadas o poco éticas sobre lo que sucedía en el mundo de la inversión. Hoy sigo con la misma idea, creo que si lo que define al mercado es el conjunto de lo que hacemos todos los inversores juntos, necesitamos hacer esto con responsabilidad, conocimiento y la información más rigurosa. Espero que en The Trader, te sientas identificado.
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