The trader nº 111
La interpretación inteligente del mercado
La interpretación inteligente del mercado

Bienvenido a mi visión personal sobre la actualidad de los mercados financieros nº111. Gracias por tu interés, si te has perdido alguna entrega o aún no estás suscrito puedes revisar aquí
Cinco meses después de regresar a la Casa Blanca, Donald Trump ha convertido su segundo mandato en una avalancha política. Desde la aprobación de su ambiciosa Ley Fiscal hasta los ataques quirúrgicos en Irán y la militarización de las fronteras, su presidencia avanza a toda velocidad, ganando terreno, sí, pero sembrando también incertidumbre y alarma.
La llamada “One Big Beautiful Bill”, una mega ley presupuestaria de 3,4 billones de dólares, es el símbolo de esta nueva etapa. Esta legislación extiende los recortes fiscales de su primer mandato, que estaban próximos a expirar, e introduce nuevas exenciones como la eliminación total de impuestos sobre propinas y horas extra. También asigna más de 150.000 millones de dólares a la política migratoria, incluyendo la continuación del muro en la frontera sur, la ampliación de centros de detención y el refuerzo del personal de ICE. Además, introduce recortes drásticos a programas sociales como Medicaid, cupones de alimentos y asistencia federal para vivienda, medidas que según la Oficina Presupuestaria del Congreso, podrían afectar a millones de familias de bajos ingresos. El coste estimado en términos de deuda es inmenso: economistas advierten que el déficit federal podría ampliarse significativamente en los próximos años, con efectos estructurales sobre la sostenibilidad fiscal de Estados Unidos.
Desde enero, Trump ha relanzado su guerra comercial, imponiendo nuevos aranceles que han sacudido al dólar, han forzado acuerdos exprés con China, Reino Unido y Vietnam, y deja viva la amenaza de un rebrote inflacionario. La economía, sin embargo, mantiene el pulso: el empleo sigue creciendo y las bolsas han tocado máximos tras la moderación de amenazas arancelarias. Pero muchos economistas advierten de que la factura fiscal e inflacionaria podría llegar más adelante. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, ha afirmado que los tipos ya se habrían reducido si no fuera por los aranceles impuestos por Trump, y prevé un repunte de la inflación este verano precisamente por la guerra arancelaria.
En política migratoria, las entradas ilegales se han desplomado un 93% según datos oficiales, pero los sectores dependientes de mano de obra extranjera, como la agricultura y la hostelería, ya empiezan a resentirse. Además, las deportaciones masivas, los nuevos centros de detención y la intervención de la Guardia Nacional en ciudades como Los Ángeles han reavivado las protestas sociales, con lemas como “No Kings”.
En política exterior, Trump ha bombardeado instalaciones nucleares iraníes y logrado que la OTAN prometa aumentar el gasto en defensa. Pero su promesa de frenar la guerra en Ucrania sigue sin cumplirse, mientras Rusia avanza y la diplomacia con Moscú está estancada.
Todo esto se enmarca en una ofensiva más amplia: la expansión del poder ejecutivo. Trump ha comenzado a cuestionar la independencia del Congreso en materia presupuestaria, busca controlar el nombramiento del próximo presidente de la Reserva Federal y ha multiplicado las órdenes ejecutivas. Pero el frenesí reformista tiene un precio. La percepción pública de Trump ha comenzado a deteriorarse: su aprobación ha caído del 52% al 46% desde enero. Y su ley fiscal, aunque celebrada por las élites conservadoras, es profundamente impopular. Los demócratas, en aparente letargo tras la derrota electoral, parecen estar encontrando de nuevo una bandera común: defender las ayudas sociales y frenar lo que muchos perciben como un giro autoritario. Porque más allá de las medidas concretas, lo que está en juego es el sistema democrático estadounidense sustentado en ciertos pilares institucionales que durante décadas protegieron la democracia, como el sistema bipartidista, las competencias compartidas entre poderes y la descentralización electoral.
La lógica del votante medio, que garantizaba que los partidos se mantuvieran cerca del centro político, ha sido reemplazada por una dinámica polarizada en la que las bases votan más por lealtad que por moderación. Esto ha permitido a Trump y su entorno controlar el Partido Republicano con mano de hierro, amenazando con destruir políticamente a cualquiera que se desvíe de la línea MAGA. Además, el sistema electoral descentralizado, que antes era una garantía contra el fraude, se ha convertido en un campo de batalla vulnerable. Unos pocos funcionarios leales en estados clave podrían inclinar el resultado de futuras elecciones.
Conclusión
Donald Trump ha cumplido muchas de sus promesas, y lo ha hecho con una velocidad inédita. Pero su segundo mandato no solo representa una agenda política agresiva, sino una transformación institucional de gran calado. Bajo la apariencia de legalidad y siguiendo las reglas del juego, está redibujando los límites del poder presidencial, debilitando el equilibrio entre poderes y poniendo a prueba los cimientos de la democracia estadounidense. El desenlace de esta historia dependerá de si las instituciones, la oposición y la ciudadanía son capaces de frenar esta deriva o si, como temen muchos, ya es demasiado tarde. El tiempo dirá si estamos a las puertas de la “edad de oro de los EE. UU.” como proclama Trump, o al inicio del declive del imperio estadounidense.
| Cierre Semanal | Cierre Anual | Precio actual | Últimos 5 días | En el año | |
|---|---|---|---|---|---|
| S&P500 | 6196.18 | 5881.94 | 6262.71 | 1.07% | 6.47% |
| Nasdaq100 | 22498.61 | 21017.27 | 22861.53 | 1.61% | 8.77% |
| Eurostoxx50 | 5301.76 | 4884.62 | 5460.12 | 2.99% | 11.78% |
| Ibex35 | 14032.70 | 11595.00 | 14154.10 | 0.87% | 22.07% |
| Oro | 3358.30 | 2639.30 | 3329.50 | -0.86% | 26.15% |
| Brent | 66.09 | 74.80 | 67.47 | 2.09% | -9.80% |
| Natgas | 3.51 | 3.63 | 3.27 | -7.01% | -10.06% |
| SSE | 3459.59 | 3354.29 | 3514.12 | 1.58% | 4.77% |
| Bitcoin | 108028.60 | 93484.46 | 111308.57 | 3.04% | 19.07% |
*Cierre semanal: 3 de julio del 2025 a las 10:03
*Cierre anual: Último dato del 31 de diciembre del 2024
*Cierre anual de Eurostoxx: 30 de diciembre del 2024
*Precio Actual: 9 de julio del 2025 a las 10:23
Gaza, ¿60 días para la esperanza?
Tras casi dos años de guerra, Gaza y el mundo entero contienen el aliento ante la posibilidad de una tregua. Hamas ha dado una respuesta “positiva” a la propuesta de alto el fuego impulsado por la Administración Trump con el respaldo de Qatar, abriendo la puerta a una negociación que podría detener durante 60 días una ofensiva que ha dejado miles de muertos, destrucción masiva y un dolor inconmensurable.
El acuerdo, todavía pendiente de algunos ajustes, incluye la liberación escalonada de rehenes por parte de Hamas —10 con vida y 18 cuerpos— y la excarcelación por parte de Israel de más de 1.200 palestinos detenidos desde el ataque del 7 de octubre de 2023. Israel, además, se comprometería a un repliegue parcial de sus fuerzas del devastado enclave costero, hoy bajo su control en un 65%.
Para Hamas, este alto el fuego no representa una rendición, sino una oportunidad para ganar tiempo, reorganizarse y buscar una salida diplomática sin perder totalmente su influencia en Gaza. Para Netanyahu, desgastado políticamente y presionado desde Washington, el acuerdo permite cerrar una etapa sangrienta tras haber proclamado la neutralización de la amenaza nuclear iraní, mientras se presenta ante su electorado como el hombre que trajo de vuelta a los secuestrados y abrió nuevas puertas con el mundo árabe.
La influencia directa de Trump ha sido clave. Con un ojo puesto en las elecciones y otro en su legado internacional, el presidente estadounidense quiere ser recordado como el artífice de la paz en Gaza y el gran promotor de los Acuerdos de Abraham. A diferencia de su antecesor, ha logrado una mayor conexión con Netanyahu, especialmente tras coordinar la operación conjunta contra la instalación nuclear iraní en Fordow.
Pero la tregua no es la paz. Las exigencias mutuas siguen sobre la mesa: Hamas quiere el fin definitivo de la guerra, el levantamiento del bloqueo y la retirada total israelí. Netanyahu exige el desarme del grupo islamista, la entrega de todos los rehenes y la salida de sus líderes. Todo se negociará durante el alto el fuego, si es que llega a firmarse, y entonces se pondrá a prueba las posturas aparentemente irreconciliables de Israel y Hamas que hace tan solo unos días se recriminaban acciones deleznables: Israel acusaba a Hamas de estar robando ayuda humanitaria canalizada por la ONU, mientras que Hamas denunciaba muertes por disparos israelíes cerca de centros de distribución de ayuda humanitaria.
Conclusión
Este posible alto el fuego es, al mismo tiempo, una oportunidad y una advertencia. Si fracasa, podría profundizar aún más el sufrimiento y el odio. Si prospera, abriría una rendija a la esperanza de que la diplomacia todavía tiene un papel que jugar, incluso en los conflictos más enquistados. No se trata solo de detener temporalmente la violencia, sino de empezar a construir algo diferente. Quizás más frágil, sí, pero también más humano.
4 caminos posibles tras la nueva guerra comercial
Con amenazas arancelarias a una docena de países y una nueva fecha clave fijada para el 1 de agosto, el sistema comercial mundial vuelve a enfrentarse a una encrucijada. Trump ha comenzado a enviar cartas personalizadas —supuestamente redactadas por él mismo— a sus principales socios comerciales, notificándoles las tarifas que se les impondrán si no se llega a acuerdos bilaterales en las próximas semanas.
Japón, Corea del Sur y Malasia ya han recibido sus cartas: se les aplicará un 25 % de aranceles a partir de final de mes, una carga que sin duda impactará en el comercio y el crecimiento global. En otros casos, los aranceles se han reducido ligeramente respecto al primer anuncio de Trump, pero siguen siendo muy elevados, y además vienen acompañados de la amenaza de ser aumentados aún más si hay represalias contra EE. UU.
La UE, por su parte, aún no ha recibido la suya, pero es ahora mismo el principal foco de incertidumbre comercial. Y si no hay acuerdo antes del 1 de agosto, Trump ya ha amenazado con aplicar un 25 % generalizado sobre todos sus productos. En paralelo, se mantienen las advertencias contra los países BRICS, especialmente si avanzan en abandonar el dólar como moneda de pago.
Pero, más allá de las negociaciones inmediatas, o las fechas límite que varían al son de los caprichos de Trump, la pregunta de fondo es: ¿qué modelo de comercio global emergerá en la próxima década?
Las respuestas no son unánimes, pero los expertos coinciden en que se abren cuatro posibles caminos para el sistema comercial internacional:
Mientras tanto, los principales socios de EE. UU. corren contrarreloj. La ventana se ha corrido del 9 de julio al 1 de agosto, y en lugar de una desescalada, el escenario que se impone es de continuidad arancelaria, más que de retirada.
Conclusión
La guerra comercial no es solo una disputa por impuestos a la importación. Es una señal clara de que el orden mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial se tambalea. Si prevalece la cooperación —algo que de momento parece lejano— aún se puede reconstruir un sistema basado en reglas comunes. Pero si cada potencia escribe sus propias cartas y fija sus propias normas, nos dirigimos hacia una época de fragmentación duradera, donde el coste real lo asumirán las empresas, los consumidores… y la estabilidad global.
¿Se prepara un contrapeso global al “America First” de Trump?
La política de Donald Trump de “Estados Unidos primero” ha devuelto las guerras arancelarias y las sanciones unilaterales al centro del tablero geopolítico. Esta nueva oleada de proteccionismo genera inquietud no solo entre sus socios comerciales tradicionales, sino también entre las potencias emergentes del bloque BRICS. Ahora, la reacción es más contundente que nunca.
Durante la reciente cumbre celebrada en Río de Janeiro, los líderes de los BRICS elevaron el tono. Aunque su declaración conjunta evita mencionar directamente a EE. UU., el mensaje es inequívoco: rechazan frontalmente las amenazas arancelarias de Trump, su política de sanciones extraterritoriales y el uso de la fuerza como herramienta diplomática. Entre líneas, la cumbre se ha convertido en un contrapeso explícito a la visión unilateral y nacionalista que representa Trump.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, anfitrión de la cumbre, calificó de “irresponsables” las amenazas arancelarias publicadas por Trump en redes sociales, y pidió reducir la dependencia del comercio global respecto al dólar. Su postura fue respaldada por el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, quien lamentó que, ante una manifestación positiva de cooperación global, haya quienes pretendan castigar a quienes intentan hacer el bien en el mundo. Aunque otros líderes optaron por una postura más cautelosa, el tono del cierre fue inequívoco: las potencias emergentes no están dispuestas a permanecer pasivas ante los ataques comerciales de Washington.
La declaración conjunta del bloque —que representa el 49 % de la población mundial y cerca del 40 % del PIB global— se posiciona con claridad: oposición a los aranceles distorsionadores del comercio, críticas al gasto militar global y condena a los recientes bombardeos en Irán y Gaza. Aunque sin nombrar directamente a EE. UU. ni a Israel, el contenido deja poco espacio para la ambigüedad.
En paralelo, los BRICS insisten en presentarse como alternativa al viejo orden. Respaldan el Acuerdo de París, defienden el papel de la OMS y reclaman una gobernanza global para el desarrollo de la inteligencia artificial. Mientras Trump refuerza su estrategia de repliegue, el bloque busca ocupar el vacío con una narrativa que promueve el multilateralismo, la cooperación Sur-Sur y la reforma de las instituciones globales.
La ampliación del grupo, que incluye ya a países como Egipto, Irán, Etiopía e Indonesia, y la colaboración con socios como Vietnam, Nigeria o Kazajistán, refuerzan la ambición de convertirse en el interlocutor legítimo del sur global. Sin embargo, los retos internos siguen vigentes: las divergencias geopolíticas entre miembros, los vínculos bilaterales con EE. UU., el recelo hacia el liderazgo chino y la falta de institucionalidad dificultan una acción realmente coherente y eficaz.
La respuesta de Trump no se hizo esperar. Desde su red Truth Social, amenazó con un arancel adicional del 10 % a cualquier país que respalde las “políticas antiamericanas” de los BRICS. El impacto fue inmediato: las divisas emergentes cayeron con fuerza y el rand sudafricano lideró las pérdidas. Para muchos analistas, esta reacción evidencia que el conflicto ya no es solo comercial, sino profundamente político y estratégico.
Conclusión
La cumbre de Río no fue solo un encuentro simbólico. Fue una señal clara de que el orden global está cambiando. Si EE. UU. continúa apostando por el unilateralismo, otros actores están dispuestos a reorganizar el sistema en torno a nuevas reglas. El desafío para los BRICS será demostrar que pueden traducir su discurso en acción y que son algo más que una alianza de conveniencia. Si lo consiguen, podrían convertirse en un verdadero contrapeso global. Si no, seguirán atrapados entre el gesto político y la fragmentación.
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La OPEP+ acelera su estrategia de recuperación de cuota de mercado
La OPEP+ ha decidido incrementar su producción de petróleo en 548.000 barriles diarios a partir de agosto, una subida mayor de lo previsto que pone a la alianza en camino de deshacer los recortes de 2023 un año antes de lo planeado. Esta decisión se apoya en la solidez de la demanda global durante el verano y en unas condiciones de mercado que la organización califica como “saludables”, con inventarios bajos y refinerías operando a plena capacidad, especialmente en Estados Unidos.
El cambio de rumbo iniciado en abril deja atrás años de contención de la oferta para enfocarse ahora en una agresiva recuperación de cuota de mercado. Arabia Saudí, principal impulsor del movimiento, busca aprovechar el tirón estacional del consumo y evitar que competidores como el fracking estadounidense o nuevos actores como Guyana le arrebaten espacio en el mercado global.
La aceleración de la oferta, sin embargo, podría generar un superávit importante hacia finales de año. La Agencia Internacional de la Energía y bancos como JP Morgan o Goldman Sachs anticipan caídas de precios hacia los 60 dólares por barril, dada la debilidad de la demanda en China, el aumento de producción en América y la incertidumbre económica global provocada por la guerra comercial de Trump. Es decir, que devolvería al precio a los niveles a los que cotizaba antes del inicio del conflicto militar entre Israel e Irán, en el que también participó EE. UU., tal y como se puede ver en el siguiente gráfico.
Fuente: Tradingview
El dilema de Arabia Saudí es evidente: aumentar ingresos vía volumen en un entorno de precios a la baja puede ser pan para hoy y hambre para mañana. El déficit presupuestario del reino se amplía y algunos proyectos emblemáticos del príncipe heredero han sido recortados. Rusia, por su parte, también necesita liquidez en medio de un escenario económico cada vez más complejo. La venta de petróleo se ha convertido en una fuente clave de financiación para el Kremlin en su guerra contra Ucrania. A pesar de las sanciones occidentales, Moscú sigue colocando barriles en mercados como China e India, utilizando descuentos agresivos y una red logística alternativa. Estos ingresos permiten sostener el esfuerzo bélico y mantener la estabilidad interna, al menos en el corto plazo.
Conclusión
La OPEP+ ha optado por una apuesta arriesgada. A corto plazo, puede mantener los ingresos por volumen, pero si el precio del crudo sigue cayendo, la estrategia podría volverse en su contra. En un entorno geopolítico volátil y con una economía global amenazada por disputas comerciales, el margen de error es cada vez más estrecho. Aunque el reciente conflicto entre Irán e Israel no ha afectado el suministro, el mayor riesgo potencial —aunque poco probable en este momento— sería un eventual bloqueo del Estrecho de Ormuz, por donde transita una quinta parte del petróleo mundial. Cualquier alteración en ese punto crítico dispararía los precios y desestabilizaría el equilibrio actual del mercado.
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Esta newsletter es un paso más de un camino que comencé hace años con la intención de poner algo de luz a muchas informaciones sesgadas o poco éticas sobre lo que sucedía en el mundo de la inversión. Hoy sigo con la misma idea, creo que si lo que define al mercado es el conjunto de lo que hacemos todos los inversores juntos, necesitamos hacer esto con responsabilidad, conocimiento y la información más rigurosa. Espero que en The Trader, te sientas identificado.
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