El incremento del gasto en defensa tiene implicaciones económicas significativas. La necesidad de reponer armamento tras la guerra de Ucrania, así como de modernizar las fuerzas armadas europeas, está impulsando a las principales compañías del sector militar. Empresas como Rheinmetall, fabricante de blindados como el Leopard, han visto un ascenso espectacular en su cotización, superando un 700% de revalorización desde el inicio del conflicto.
Otros actores clave incluyen a la francesa Thales, especializada en electrónica de defensa, la británica BAE Systems, la sueca Saab y la alemana Hensoldt. Estas empresas han demostrado ser opciones sólidas para inversores que buscan beneficiarse del auge del sector. En España, Indra se ha posicionado como una referencia en tecnologías de defensa aérea y electrónica militar, reforzando su presencia tras la adquisición de Hispasat.
Uno de los nombres más destacados en este nuevo escenario es Airbus, cuyo papel en la industria de defensa europea está cobrando mayor relevancia. Con su división de aviación militar y sistemas espaciales, Airbus está en una posición clave para beneficiarse de este auge del gasto en defensa.
La demanda de aviones de combate, satélites y tecnología aeroespacial ha aumentado significativamente, consolidando a la empresa como un actor estratégico para la seguridad europea. La capacidad de Airbus para desarrollar tecnología punta y su colaboración con distintos gobiernos europeos le otorgan una ventaja competitiva en un sector cada vez más relevante.
A nivel global, la industria de defensa ha pasado de cotizar a un PER de 9 veces antes de la guerra de Ucrania a 30 veces en la actualidad. Esto indica que, aunque las perspectivas de crecimiento siguen siendo atractivas, el sector podría estar acercándose a un punto de sobrevaloración.